El retrato de Gabo
- Mariana Bermudez
- 6 feb
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 11 feb
La Real Academia Española define el término «Retrato» como «Pintura o esfinge principalmente de una persona». Esta expresión plástica persigue asemejar lo más posible al modelo en cuestión, intentando reflejar incluso estados de ánimo o rasgos de su personalidad. Esta necesidad de plasmar a otros, individualmente y bajo nuestra perspectiva, es propia de los seres humanos desde la infancia.
Redactores web se han encargado de tildar al novelista colombiano, Gabriel García Márquez, de ser un abanderado machista por «Memoria de mis Putas Tristes» su última obra publicada en 2004, diez años antes de su fallecimiento. Así pues, bajo su pincel han esbozado una imagen del escritor ensombrecida por un pensamiento patriarcal y retrógrado, capaz hasta de romantizar temas como la explotación sexual infantil.

Tal es el caso de Nuria Varela, una periodista española, autora de «Feminismo para Principiantes», que escribió en 2014 un artículo titulado «García Márquez, el genio al que le perdonaron todo«». En este definía la novela del escritor, como «apología de la violación, la misoginia y la violencia contra las mujeres».
La española no le quita lo baila’o (como decimos en Venezuela) al premio nobel de literatura, reconociéndolo como un genio de la palabra escrita. Sin embargo deja claro que esto no le garantiza ser un «gran hombre». “Su dimensión humana y su talla literaria pudieron estar separadas hasta la aparición de las mencionadas «Memorias»” agrega.
Varela recapitula lo que (a sus luces) plasma el «librito en cuestión»: «Todas las mujeres son malas y/o putas salvo la madre del protagonista». Puntualiza además el papel de objeto sexual que tienen mujeres y niñas; y su carácter pasivo y vulnerable en la historia.
Para cerrar, detalla que en defensa del colombiano, sus lectores indican que solo se trata de ficción y agrega «Sí, solo es ficción nacida de la mirada y la pluma de un escritor».
A este juicio se le unió Adriana Romero-Nieto, escritora mexicana, que en su cuenta de la plataforma X en 2022, publicó «Leo sobre Indira Cato, la hija no reconocida de García Márquez, y confirmo el pacto patriarcal del mundo literario: todos callaron por “respeto a Gabo”, pero nadie señaló que engañó a su mujer, abandonó a una hija y negó públicamente su existencia. ¿Es neta, gente?».

La periodista, también mexicana, Lydia Cacho igualmente figuró entre los detractores de la última obra de García Márquez. En 2009 impulsó una campaña para impedir la filmación de una película basada en la novela en cuestión. La autora de «Los Demonios del Edén» (una excelente obra que expones redes de explotación sexual) dio su punto de vista con relación a la novela, expresando «Este tipo de historias disfrazan la violencia y la explotación sexual como un acto romántico, lo que refuerza una cultura de tolerancia hacia el abuso infantil».
Esto nos puede llevar a preguntarnos ¿Y sí el libro lo hubiera escrito una mujer? no sería «apología de la violación», sino más bien, una denuncia a los abusos del hombre hacia la mujer, perpetrados desde tiempos inenarrables. El problema es que lo escribió un hombre. Adicionalmente este hombre está envuelto en un escándalo familiar de infidelidad y una hija no reconocida, (algo que nada tiene que ver con su obra).
Es irónico que quienes levantan una bandera de igualdad; que exigen que las personas no deberían de ser juzgadas por su pasado, afiliación política, estrato social o género, sí se toman la libertad y se sienten con el derecho de juzgar a otros a partir de estos mismos aspectos.
La historia se repite
Así como García Márquez, el escritor británico, Oscar Wilde, también se vio siendo señalado por su novela «El Retrato de Dorian Gray». Fue acusado de «inmoral» por la sociedad victoriana conservadora de 1890, cuando publicó su más famosa obra. Para ese momento la homosexualidad era penada y el escritor mantenía una relación amorosa con Lord Alfred Douglas. Todo esto llevó a que fuera acusado por “indecencia grave”. Posteriormente, fue declarado culpable y tuvo que pagar con dos años de trabajos forzados en prisión donde estuvo sometido además, a malos tratos, condiciones inhumanas y aislamiento. A estos factores se le unieron la ruina económica como consecuencia de los juicios; la pérdida de su familia y reputación, y por último su deterioro psicológico y físico. Todo esto condujo a su temprana muerte a los 46 años, apenas tres años después de haber salido de prisión.
Cabe destacar que hoy en día, esta obra por la cual fue cuestionado y enjuiciado Wilde es una de las más grandes y recordadas en la historia de la literatura en general.

En el fantástico prefacio que escribió Oscar Wilde para dicha polémica novela , expresa lo que para él son valores inherentes de las obras de arte. «Revelar el arte y ocultar al artista es la finalidad del arte». Y sí, es una expresión plástica cuyo fin es generar algo en los hombres que la aprecian. Bien sea una emoción, una reflexión, un análisis en la mente del espectador. Nada tiene que ver realmente con exponer al artista.
Continua entonces Wilde, acerca de las conclusiones de los críticos «La más elevada, así como la más baja de las formas de crítica, son una manera de autobiografía. Los que encuentran intenciones feas en cosas bellas, están corrompidos sin ser encantadores. Esto es un defecto». Entonces, no podemos apreciar el arte sí lo analizamos desde nuestros prejuicios o conjeturas personales. Terminaremos sacando de ella conclusiones tergiversadas o desvirtuadas. Igualmente si lo analizamos bajo la lupa de la forma de actuar o vivir de su creador.
El escritor, también agrega que «Un libro no es, en modo alguno, moral o inmoral. Los libros están bien o mal escritos. Esto es todo». Nuevamente, los que les dan esas connotaciones son verdaderamente los críticos.
De esta manera, pudiéramos analizar por completo el prefacio, y sacarle más filo al tema, pero por ahora vamos revisar hasta la frase «Vicio y virtud son, para el artista, materiales de un arte». Entonces, el artista toma los elementos que ve, para hacer su obra. Toma de su alrededor la naturaleza, la paz, el amor, la piedad; pero también la guerra, la crueldad, la decadencia, y cualquier cantidad de cosas que sean necesarias para que esta obra pueda lograr su fin: ser admirada por el hombre.
¿Qué hay detrás del juicio?
Tildar a cualquier obra de arte con algún valor o criterio moral, habla más de nosotros mismos que de la obra en sí. Las palabras que usemos para enjuiciarla, son las que están en nuestro repertorio, mente y visión. Señalar la novela de García Márquez como «misógina», «machista» o «apología al abuso» no deja de ser el caso.
Así pues, pudiéramos decir de Picasso, por el cuadro Guernica, que es una «apología a la guerra»; o del artista francés Jean-Honoré Fragonard pudiéramos deducir que es un lujurioso por su obra más aclamada «El Columpio
». Y así ir sentenciando a cada artista a partir de nuestros propios prejuicios o silogismos.
La interpretación siempre va a depender del espectador, quien le dará una connotación moral, a menos de que entienda que el arte es libre, que es un reflejo de lo que se ve en la sociedad, que es autónomo y que además es excluyente de la vida personal de su creador.

Lugar : Parque de la Chinca - Santa Fe de Antioquia - Colombia
Fecha : Enero 4 de 2017
Comments